sábado, 10 de septiembre de 2011

Cuando la luna le dice adiós al sol


Piensas porque todos pensamos y tu piensas más que todos y todos más que tú. Piensas que los cambios suceden por algo, o piensas que los cambios suceden porque sí, o eres de los que piensan que los cambios siempre tienen que suceder, que están escritos o eres de los que piensan que los cambios nos los buscamos nosotros, que somos producto de lo que hacemos y de lo que cambiamos.

Qué pasa si esperas un cambio, si dices que vas a cambiar pero después no puedes hacerlo. Que pasa cuando piensas que estás cambiando, cuando piensas que los cambios es lo que mejor te puede pasar ahora, y de repente te das cuenta que nadie quiere que cambies, que los cambios son para personas que se arriesgan y te lo dicen así, tú no sirves para la vida real, tú no deberías pasar por ahí. Pero qué pasa si quieres, si como he dicho antes, quieres cambiar y quieres hacer que el resto de las personas cambien, que cambie tu mundo y sentirte que ese cambio ha sido para bien?

Cambias, no?

Pues no. Hay veces que si, pero esta vez no y muchas veces más que lo intentes tampoco cambiaras, seguirás siendo la misma persona, en el mismo sitio, con los mismo problemas, con las mismas virtudes, con los mismos defectos, en el mismo lugar, con las mismas personas alrededor, con los mismos aires y los mismos ambientes. Qué ha pasado, te preguntas cuando te das cuenta de que no estás cambiando, qué ha podido pasar es lo que intentas resolver en tu cabeza.

Nadie ha querido que cambiaras, todos han pensado negativamente hacia tus cambios, todos se han reido de tus ideas, de tus pensamientos, de tus ganas de cambiar e intentar ser otra, en otro lugar, con otras personas, en otros aires, con otros ambientes.

Es una soberana mierda, y perdonad el taco. Hay personas que sienten que sus vidas son en algún momento lineales, que piensas que es estable y necesitas un toque de adrenalina o de activación y hacen que fracases, que quieras volver a la linea de salida para pensarlo mejor, para quedarte atrás y ni siquiera levantarte ese día de tu preciosa y cómoda cama.

Pues bien, vuelves, porque no te queda otra. Pero de algún lado hay que sacar las fuerzas para intentarlo la próxima vez con más entusiasmo.

3 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

No siempre el cambio se percibe fuera, a veces es como un bambú, está plantado pero tardarás a ver sus efectos.

Nadar contracorriente es dificil, pero tú puedes.

Anónimo dijo...

No he entendido nada, pero eso es normal. Tú no tienes la culpa.










A ver... cuando yo he querido cambiar lo he hecho y punto; ni me he preocupado por lo que piensen los demás, ni mucho menos les he pedido opinión, ni me he parado a pensar en las circunstancias que me rodean, ni si quiera si podía o no hacerlo.

Claro que no creas que me ha ido mejor que a ti, supongo.




Un saludo con señales de humo.

Leandro Pendenza dijo...

excelente