sábado, 13 de agosto de 2011

El saber no ocupa lugar... o sí?



La noche tiene muchas caras, está la cara derecha, la izquierda, la cara de la mentira y la cara de la verdad.

Muchas veces piensa que es el mago del universo, que es el mejor y que puede mostrar las caras que tiene dejando a un lado lo que realmente siente. No se miente, no engaña, no traiciona, no juega, no manipula. Está atado a lo que es, una persona con más caras que la luna, una persona que cree que el mundo gira en torno a él.

Pero me pregunto yo muchas veces, todos somos seres humanos, únicos y sensibles, sociales y fuertes, que vivimos la vida desde nuestro ombligo, y es así.
Nos levantamos todos los días pensando en las cosas que tenemos que hacer, en a dónde tenemos que ir, con quién, quién está al otro lado de la cama, quién nos espera, de quién recibiremos esa llamada. Y es que somos seres racionales, pero únicos y cada persona es un mundo totalmente distinto. Creencias, pensamientos, opiniones, sentimientos, todo es diferente, todo varía de una persona a otra.

Me sorprendo muchas veces de las reflexiones que puedo hacer de las personas de mi alrededor solamente con observarlos, me sorprendo porque muchas veces intento meterme en sus cabezas y nunca puedo.

Puedes parir, puedes tener una pareja, un amante, un amigo o a tu madre bien cerca pero nunca sabrás qué es lo que piensa de las cosas que para ti son meros hechos sin importancia o acontecimientos que solo pasan una vez en la vida.

Y no estaba preparada para saber lo que él pensaba, dicen que cuando duermes mucho tiempo con una persona te vuelves como ella, es decir, dime con quién andas y te diré quién eres.
Son dichos que están ahí que en algunos casos pueden ser reales y aplicables pero en otros pueden ser meras frases sin significado alguno.

A esto me lleva esta noche de verano, a pensar y a hacerme la pregunta de que cuándo sé demasiado de una persona no sé si es bueno o malo. Ya nos lo decía el protagonista de en qué piensan las mujeres. Se creía un gurú y le terminó pasando factura.

No me gusta saber hasta ese extremo esas cosas de las personas, porque conlleva responsabilidades y tormentos que no dejarán de acompañarme.

A ver si encuentro la fórmula exacta para resetear mi memoria y mañana no saber tanto de esa persona...

5 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

Tienes razón, hay veces que saber es demasiada carga.
Un saludo

Silvia☺ dijo...

Creo que nada en exceso es bueno, ay que conocer a las personas peor aveces ay cosas que no tenemos que saber :/ Supongo que así sera mejor.
Un beso si puedes pásate ;)

Anónimo dijo...

Yo soy géminis, y dicen que tenemos doble cara... yo creo que tengo miles, y que es muy difícil que una persona llegue a conocerme del todo.

Entiendo lo que dices... saber demasiado de alguien, yo creo que no me gustaría. A veces pienso si contarle alguna cosa a mi pareja y le doy la vuelta, pienso si me gustaría saberlo a mi de él... y si no me gustaría, pues no lo digo.
Todos tenemos que tener una parcela privada, que NADIE conozca.

Besitos!

Gala dijo...

ES lo que tiene la convivencia... la confianza que te va llenando el disco duro.

Siento decirte que no se resetea... los recuerdos y las vivencias se agarran cual garrapatas a tu cerebro...
sin embargo hay que intentarlo.. o al menos intentar sobrellevarlo de otro modo...

La cosa mas importante es que no pierdas tu esencia...
Cada uno es cada cual, por mas que conozcamos al otro... nuestra esencia es vital y no debe perderse.

Beso.

Anónimo dijo...

Ahora que lo escribes...

A mí lo único que me interesa saber de las personas (las que me son cercanas, claro) es como sienten y qué sienten. Lo que son o dejan de ser no me importa en absoluto. Es más, ni me habia parado a pensar más allá de sus comportamientos directos; aquellos que a mí me atañen.

Pero ahora que lo pienso... igual por eso me he dado las ostias que me he dado.

En cualquier caso, cuando alguien no me interesa, o ha dejado de interesarme (por mi propia salud mental, digo) solo me recreo en las cabronadas que me han hecho. De esta forma (y sobre todo supliendo el vacio con otro lleno) me olvido cagando leches.

[y una mierda; eso no me lo creo que ni yo]




Saludo, babe.