martes, 22 de marzo de 2011

4 paredes



Últimamente las decisiones más simples son las que más cuestan. Quiero terminar con todo de un plumazo y hacerlo rápido porque así se supone que duele menos, pero claro ello conlleva asumir unas responsabilidades que no sé si estoy dispuesta a asumir. Cuando lo sabré pues eso quisiera saber yo.

En fin, cada día me cuesta un poco más levantarme, cada día estoy un poco más harta que ayer, cada día mi vaso se llena un poco más pero a la vez se hace más grande. No sé en qué va esto de la paciencia porque la verdad no pensé nunca que fuera a tener tanta, si alguien quiere, la regalo porque quiero llegar a poder decir basta cuando me plazca.

Echo de menos tantas cosas y a la vez no echo de menos nada, me quedaba así tal como estoy ahora, en una habitación rosa, con unas sábanas calientes que dentro de una hora o así me estarán protegiendo del resto del mundo, quiero quedarme aquí dónde sé que nada cambiará en mucho tiempo, donde no espero que nada cambie y donde puedo refugiarme sintiéndome completamente segura.

Debo reconocerlo aunque me cueste, odio los cambios, los odio con todas mis fuerzas. Cuando una amiga se echa novio o un amigo novia, me la tienen que presentar de forma debida porque no me gusta nada que de repente me la metan en las reuniones de grupo sin conocerla y que pretendan que debo confiar en una desconocida. Odio cuando en la universidad me cogen mi sitio, o la fila en la que nos sentamos mi grupo y yo, porque todos saben dónde nos sentamos así que me da coraje y punto.

Cuando entro en mi cuarto y veo mis cosas removidas me vuelvo loca, cuando por ejemplo al dar mi camino diario y veo que hay algo nuevo. Odio los cambios y eso tiene que ir conmigo toda la vida, no me acostumbro y no quiero acostumbrarme.

Por eso estas cuatro paredes ahora me parecen un búnquer, mi más preciado tesoro y más hermosa compañía.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también odio los cambios, pero he aprendido que son parte de la vida. Cambiamos continuamente, todo el tiempo. Pienso que lo mejor es intentar asumirlos, sin que nos supongan demasiado transtorno.

Una habitación como esa, da seguridad, da paz... un tiempo está bien, pero se corre el riesgo de aislarse demasiado del mundo.


Besitos y mucha fuerza!!!

Marcos T: dijo...

Me gusta que ciertas cosas permanezcan como lo han sido, por largo tiempo, me gusta creer que al llegar a casa encontraré lo que dejé en ella, a las cosas y a las personas principalmente, me gusta llegar al super y ver caras conocidas, y sin embargo...
Sin embargo me gusta que las cosas mejoren, me gusta moverme un poco, estar hoy aquí y mañana no, ejercer mi libertad para ser y estar, tener algunas sorpresas en mi día, conocer gente nueva, escuchar opiniones extrañas, posiblemente desviadas de la realidad...
Supongo simplemente que existen ciertas formas en que podemos flexibilizarlos un poco y aceptar que el mundo cambia, que solo algunas cosas están bajo nuestro control, y tomar las riendas de eso que podemos controlar.

Pilar Abalorios dijo...

No se que pasó con el comentario...

Hay que aprender a abrazar los cambios, pero conservando un básico en equilibrio, no siempre es fácil.

Un beso

VanBasten8 dijo...

Yo no me acostumbro a ciertos cambio y tampoco quiero acostumbrarme.Pero hay que aceptarlos porque estar estancado es casi peor...

Un saludo