miércoles, 3 de noviembre de 2010

Misterio sin resolver o no?


Andaba por las calles de aquél desértico y entrañable pueblo de montaña, en el que hacía algo más que frío en esa época. Supongo que algún motivo me llevo a aquellos paseos nocturnos. Un pueblo que nada esconde, unas calles que hablan del misterio, de las historias de muchos años. Unas casas que tienen más años que su ancestros integrantes. Supongo que si hablara todo se desmoronaría. Un perfecto escenario en aquellas calles que recordaban a muchas situaciones y ninguna de ellas mala. Nubes que aparecían de la nada, tapaban la luna y de repente me encontraba en las más profunda de las oscuridades. Nubes que desaparecían para dar un paso a la luna, hermosa, bella, llena, creciente, da igual la forma simplemente una Luna que nos alumbra.

5 Calles mal contadas tiene ese pueblo de interior, gentes apacibles, gentes campechanas, gentes hospitalarias y allí me encontraba yo una vez más sumergida en dudas. El paseo ayudaría a disiparlas, el rocío de la noche en mi cara ayudaría a despejar ciertas ideas. Supongo que toda acción lleva a una consecuencia y es más, creo que es así. Que es un hecho, una realidad.

El río maravilloso con los sonidos nocturnos de una calma inaguantable y a veces miedosa. De repente el río embraveció, de repente los sonidos pasaron a ser estruendos en la noche más oculta y mi corazón acelerándose a cada segundo. Los mágicos momentos y la calma desastrosa desaparecían por momentos. Me acerqué al agua temblorosa y con una inestabilidad algo pronunciada pero sin miedo. Sin miedo, sin miedo, me repetía cada segundo a mi interior.

Al acercarme al río me encontré a una mujer bella con unas facciones preciosas, con unos ojos verdes preciosos, con una tez y una suavidad destacable. Esa persona tenía una belleza interior, tenía una magia y una sensibilidad extrema. Me dijo con una voz aterciopelada, suave, tersa, dulce, de niña, que me acercara. Tonta de mi lo hice. Y cuando me tuvo a un palmo de su cara, cuando me acerqué lo suficiente me dijo: "no dejes escapar al amor de tu vida"¡Despierta!

Desperté y me encontré desnuda en la cama, en las sábanas recién cambiadas, en la nocturnidad de un piso a oscuras, en la nocturnidad de la soledad, estiré mi brazo al lado derecho y no estaba, no pude palparlo y ojalá lo hubiera hecho. Después de amarnos, de mostrarnos el uno al otro en nuestro más interno yo, nos enseñamos nuestras almas. No le di mayor importancia, supuse que se fue porque tenía que trabajar al día siguiente pero nada más lejos de la realidad.

Misma escena, mismo río, mismo pueblo, misma nocturnidad, misma mujer, misma noche. ¡No lo toques!

A las 8 de la mañana recibo una llamada que perturba mis sueños. Está en el hospital, ha tenido un accidente. Me dirigí corriendo a verlo y estaba en la UCI. Necesitaba verlo, tocarlo, abrazarlo, necesitaba no culparme por haberlo dejado ir. Me dejaron pasar un minuto, lo toqué y murió. Sí, murió.
La culpa me invadió y se quedó conmigo mucho tiempo.

Los sueños se repetían, los sueños a veces se cumplían y ya de últimas no pasaban a más de ser simples alucinaciones, paranoias, sentimientos encontrados. Mi último sueño fue el siguiente.

Un pueblo calmado, un pueblo silencioso con apenas 5 calles, una noche calmada en la que las nubes aparecían y desaparecían con tal frecuencia que no podía extra limitarme a más. Sentimientos de pena, de ahogo, de furia, de ira recorrían mi cuerpo a velocidades de escándalo. No podía hacer más. Me dirigí a la bella mujer, a la hermosa mujer de tez pálida, suave, tersa, frágil, con sentimiento y sufrimiento pasado.
¡¡¡¿Qué quieres de mi?!!!- Le dije encolerizada, frustrada sin saber qué hacer o a qué atenerme, necesitaba respuestas, necesitaba saber qué iba a ser de mi. -Yo soy tu, soy tu conciencia, lo sabes tú y yo lo sé, no cruces esa puerta. Me lo dijo con una voz segura, confiada, calmada, con una voz que denotaba realidad, sin vacilaciones.

Pasaron dos meses y no paré de darle vueltas a los sueños, hablé con psicólogos, con médicos, con personas especialistas de artes esotéricas y no había nada, ni solución, ni explicación. Me tomaron por loca en muchos lugares y me sentía presa de mis emociones, presa de mis sueños, sueños que me absorbieron con manipulaciones sutiles. Ya pensaba que todo había sido fruto de mi imaginación, pasé de largo y no hice caso a nada más. Simplemente lo aparté a un lado de mi mente.

3 días después murió. Encontraron el cadáver en la casa de su vecino. En su cuarto, rebuscando entre sus cosas encontraron un diario que narraba su muerte a la perfección. Y una de las frases que más maldecía fue, me lo dijo ella...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque suene paradójico, ¡qué envidia de sueños!, los míos no tienen ni mensaje, ni recuerdo. Por no tener no tienen ni pies ni cabeza.
Dicho esto, ¿misterio sin resolver?... no lo creo. Creo que sólo tú tienes la respuesta, pero la tienes, y no creo que fuera tu conciencia (por lo general la conciencia no anticipa, se arrepiente de lo hecho). Conozco a una persona bastante cercana que lo que sueña se cumple, desde accidentes, muertes, rupturas de pareja o alegrías… y de nunca he creído en estas cosas aunque me gustarían que existiesen, pero en ella creo. Tiempo atrás estando yo en pareja me dijo que iba a vivir sólo y mira, voy camino de.
Sobre tu sueño, ¿quién murió 3 días después, la mujer del río u otro amante? Si fue otro amante, señorita S, usted y yo mantendremos las distancias, si fue la mujer del río, igual ya cumplió su misión o vio que no podía controlarte…. Creo que eres mucho más lista que un simple sueño.
Saludos ¡.
Pd: Según has descrito a la mujer no era una visión, era tu reflejo en el agua.

teologiadeS dijo...

Es usted muy inteligente. Muere la protagonista presa de sus propios sueños. Por abrir cierta puerta.

Esos sueños a veces son un tormento.

Un saludo.

Paseo de Letras dijo...

Si de un sueño surgió esta narración te felicito, preciosa literatura la que tus sueños nos desvela.
Abrazos