lunes, 8 de noviembre de 2010

Things are changing



Un día te levantas, pasas un día medianamente bien pero un hecho no aislado pero tampoco común hace que te des cuenta que ya nada vale la pena, ya no tienes motivos para hacer cosas, nada merece la pena y nada hace que cambie el mundo.

Supongo que darse una ostia contra la puerta es duro, sé que es duro, supongo que duele, sé que duele, quedan secuelas y consecuencias considerables pero te das cuenta que la puerta siempre estuvo ahí, siempre hubo puerta pero aquél día por unas circunstancias o por otras te das con la puerta, siempre la pasabas por alto, entonces es como si te quitan la anestesia. De nada sirve ya las esperanzas, las motivaciones y los sueños que se desvanecen y te das cuenta que eres adulto, que tienes responsabilidades y que los cuentos de hadas existen, sí, pero a ti nunca te tocan.

Y bueno supongo que es un día de mierda, que termina con algo más que helado y lágrimas, con sueños rotos, con descorazonadas, con pensamientos catástrofes y con ganas de irse a dormir abrazada de una ilusión que ojalá se cumpliera.

Siempre es un cúmulo de cosas. Nunca es un factor aislado, siempre todo se desencadena nunca mejor dicho. No elegimos el momento, no elegimos la edad a la que despertamos, creamos ilusiones porque está en nuestra genética crearlas y un mal día hace que te replantees muchas cosas que luego no van a ninguna parte.

Pensamientos que no llevan a ninguna parte y en estos casos hago como me han recomendado muchas veces, apago el chiringuito y mañana será otro día. Aunque odio esa sensación, aunque quisiera no tenerla supongo que no se puede hacer nada para cambiarlo.

Sientes darte cuenta así pero hacerlo, lo quieras o no te madura, me he dado cuenta de muchas cosas a lo largo de esta penosa existencia, me he dado cuenta de muchas realidades que mucha gente ojalá no me hubiera hecho ver pero es así. La vida tiene eso, un día puede ser maravillosa y ofrecerte los manjares exquisitos de la felicidad y otro te sume en la más profunda de las tristezas, no puede completarte a ti mismo, no encuentras el equilibrio, pero dónde está, quién es el encargado de buscarlo.

Supongo que eso pienso ahora, que mañana se presentará de otra manera y por lo menos tendré algún motivo por el que sonreír o no, y volveré a escribir sobre las penas, las melancolías, los deshechos, la incertidumbre y las ganas de madurar ya para que nada pueda sorprenderme de nuevo o pillarme desprevenida. 

3 comentarios:

Edmundo Dantés dijo...

Cuando esos días aparecen, recuerdo las palabras de los grandes filósofos Timón y Pumba:
Hakuna matata


Algunas veces te das un cabezazo contra la puerta, otras veces abres las puertas a cabezazos, algunas puertas solo se abren despues de varios cabezazos...
¡Un saludo y no olvides las tiritas!

Mi mundo Irreal ಌ dijo...

Me gusta tu blog !
Te sigo ♥

Abbie dijo...

Yo, sin embargo, si tengo que darme con la puerta, prefiero que sea cuando antes. Así al menos más rápido intentaré que pase todo..
La vida es así, como una montaña rusa: A veces estamos arriba, otras abajo...