sábado, 25 de junio de 2011

Caluroso verano


Calor, calor por todos lados, un triste ventilador en una mesa de escritorio, un abanico en la mesa de noche y la ventana abierta de par en par.
Las gotas de sudor comienzan a caer por mi frente, ni el ventilador, ni el abanico, ni la ventana, nada podía calmar este calor que tenía, me estaba volviendo loca, una locura que a la vez me gustaba porque me encontraba en un bucle en el que no paraba de abanicar, de tener el ventilador a toda ostia y de esperar a esa brisa de verano madrugadora.
Pero no.

Minutos después mi puerta se abre, tiene un sonido característico que no me hace despertar pero que sí me hace darme cuenta.
Comenzar a sentir el tacto de alguien en mi piel sudada y calurosa no tiene el más grandioso precio. Los escalofríos se adentraron en mi cuerpo, eran espasmos que me recorrían desde un extremo hacia el otro de la columna vertebral, se erizaba toda mi piel, me entraba un calor que iba mezclado con una sensación de frío que me gustaba, me encantaba aquella sensación.

Lo bueno de una persona que sabe hacer pasteles y pan es las manos que tiene, portentosas y una caricia que hace que tu percepción del mundo cambie completamente y se someta al más sincero y estupendo placer.
Las caricias en aquella noche calurosa de verano no molestaban, hay veces que odiamos que se nos acerquen las personas cuando hace calor porque sentimos que nos quitan espacio y el aire mismo. No era así, era una sensación cálida, una sensación fría también, las gotas de sudor se precipitaban por mi frente de tal manera que parecía un mar y que estaban surfeando a contra corriente.

En ese mismo instante el ventilador, la ventana, el abanico se limitaron a quedar en un segundo plano. Cuando mi cama parecía que me sobraba, que precisaba irme al suelo, de repente quería que fuera más pequeña donde ambos tuviéramos que permanecer abrazados sin movernos.
El amor fue maravilloso, el amor se me quedó corto de tiempo, se me quedó pequeño, el tiempo pasó rápido para una habitación donde abundaban las caricias y se iba el calor por la ventana para dejar paso al frío, a las ganas de estar juntos y al amor más puro.

2 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

Calor y más calor, fuego que hiela la piel y quema el alma.

Gala dijo...

Uf, que calor me ha entrado de repente!
Que manera de describir la pasión del alma que enfria el cuerpo y no el corazón...
Que bonito sentir esas sensaciones juntas...
Cuando el calor te hace rendirte... otro tipo de calor te vuelve a la vida del amor y el placer.

Me ha encantado tu modo de expresarlo, hay tanta sensibilidad que abruma.

Un besazo.