viernes, 10 de junio de 2011

Conciencia

Correr sin rumbo fijo, despertarte sin nada que hacer, andar por una calle de tu ciudad que creías conocer pero que acabas de descubrir, encontrar una tetería que pensabas que no existiría nunca, en un callejón con una pintoresca fachada, con unas hermosas lámparas en la entrada como si de un castillo medieval se tratara, encontrar que paseando por la calle con unos pensamientos luego pueden pasar a convertirse en otros positivos, nuevos, ingeniosos, esperanzadores.

Las personas tendemos a tirar la toalla muy pronto, tendemos a querer las cosas sencillas, los caminos fáciles y cortos, tendemos a ir rápido en la vida y no nos damos cuenta de que cuánto más rápido vamos más cosas nos perdemos. Siempre nos dicen, hija, hermana, amiga, conocida, nieta, te arrepentirás de tus decisiones prematuras, porque te dirás a ti misma que tomas las decisiones está bien pero que tomarlas tan pronto no está bien. Eso es cierto. Tienen razón pero siempre piensas que como eres una chiquilla joven, alocada, sin cabeza, con ganas de vivir la vida, de conocer rápidamente los placeres que el mundo te puede ofrecer pues pasas de la sabiduría de las personas mayores y te dedicas a conocer el mundo, te dedicas a experimentar por tu cuenta, te dedicas a darte trompazos con la pared porque pensabas que ese era el camino más largo. Te terminas dando cuenta por tu propia experiencia que las prisas no son buenas. Qué sabiduría tuvo el hombre que dijo esto.

Luego puedes decir, he vivido mucho, no, perdona no has vivido mucho, te has precipitado mucho.  Yo no cambiaría ninguno de mis actos, pero si los aplazaría.
Es por eso que al darte cuenta de que después de 20 años en un mismo pueblo, no grande, pero tampoco pequeño te das cuenta que todavía hay calles por las que has pasado una vez, te das cuenta de que todavía el paisaje que siempre acostumbrabas a ver te oculta algo, siempre hay alguna linea que no viste la primera vez, porque pasaste rápidamente, pasaste sin ganas, con prisas, como pasan todas las personas inmaduras e ingenuas, que no saben darse cuenta de las maravillas que esconde una simple vista.

Y esto me lleva como siempre a que las personas cometemos errores, somos personas, humanas y erramos, pero de los errores aprendemos y luego investigamos más la ciudad, hacemos exámenes de conciencia, que con suerte todos aprobamos, vemos calles que nunca percibimos, vemos paisajes nuevos, vemos personas nuevas, vemos objetos que antes no estaban pero lo vemos.

A esto digo que nunca es tarde si la dicha es buena, y más vale tarde que nunca. Y que las prisas no son buenas.

6 comentarios:

mjmgnunes dijo...

Gostei muito deste post!!! É profundo, sentido e pessoal! Identifico-me com muito do que aqui dizes!!
Obrigada/Gracias!

Um beijo!
Maria João Nunes (Portugal)

Gala dijo...

Que bonito ha quedado y cuanta verdad expones.
Las prisas solo son amigas de las equivocaciones.

Pero cuesta tanto tomárselo con calma!!

Un besazo.

Ricardo Miñana dijo...

Me gustan tus reflexiones.
bello blog y bonita imagen de la cabecera.
que tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.

Pilar Abalorios dijo...

Las prisas no son buenas, pero no puede pedirse al arroyo en su nacimiento, ni la calma ni la hondura con la que se transforma en lago.

Un beso

Anónimo dijo...

Yo creo que casi todos los jóvenes pecamos de lo mismo.
Y estoy de acuerdo, pero a estas alturas... solo nos queda aceptarnos asi, con los errores que hemos cometido, y con lo que hemos aprendido, ya que de poco sirve arrepentirse.

Besitos!!!

Anónimo dijo...

JAJAJA
Ya sabes porqué sonrío a carcajadas.




Cuando tienes la suficiente experiencia, y a base de caer y levantarte y volverte a caer para levantarte de nuevo...

Puedes ir a toda ostia, porque con la practica la maniobra de evasión es mucho más precisa y concisa y el tiempo de reacción es mucho menor.




Efectivamente : Nunca es tarde...
si la "picha" es buena.



Atte.,
H.