lunes, 27 de junio de 2011

El banco del bus

Entrada nº 300

Un año y poco más por aquí. Gracias.


A las 5 de la madrugada, en una calle que se va vaciando con el paso de los minutos hay una joven que espera un autobús en una parada que hace tres días justos la quitaron. Ese autobús era motivo para esperar toda la vida entera, era motivo para estar allí sentada. Después de que la noche no saliera como ella quería simplemente se sentó albergando la esperanza de que en algún momento sonaran las puertas y los frenos gastados del c4 que pasaría por aquella calle.
Una noche con muchas emociones, de las cuales no se arrepiente de ninguna, una noche hermosa con las mejores personas que pudo pasar, pero ahora era tiempo de pensar, de meditar en todo lo que había pasado y de hacer un feedback de las cosas que le reportarían una mínima felicidad.

Solo tenía ganas de meterse en la cama, quitarse el maquillaje, el vestido, los tacones, los pendientes, los colgantes, etc. Desarmarse como ella dice con gracia, desarmarse y volver a ser la joven entusiasta, sin complejos, con ganas de vivir la vida, etc. Con ganas de ser, de estar, de padecer, de vivir, de sentir, de volar en su pequeño universo.

Llegó el autobús y mis pensamientos cesaron, me situé al final del bus, me puse los cascos pues me quedaba una hora para llegar a casa y poder desarmarme. Por el camino veía que en la ciudad siempre hay gente despierta, gente que empieza a hacer negocios, gente que se va yendo a su casa, gente que sale a primeras horas de la mañana para hacer un largo camino y poder trabajar. Pensaba muchas cosas en el camino mirando al resto y bueno llegaba a las conclusiones de que le preocupaban muchas cosas que no tenían el más mínimo sentido con el resto del mundo ni con el resto de las personas.

Llegó a casa por fin, se desarmó y supo cuando se metió en la cama y se arropó que el mundo no se terminaba por una mala noche, que las cosas salen así por algo y que siempre le da demasiada importancia a las cosas pequeñas. Se acordó del principio de Ockham, el cual dice que hasta el problema más complicado puede verse resuelto con la solución más simple y sencilla.
Al día siguiente se despertó siendo más madura y más sabia con respecto al día anterior.

4 comentarios:

Gala dijo...

De eso se trata... como bien dices, el principio de la navaja de ocklam nos ayuda a ver que todas las complicaciones tienen una solución bastante sencilla, que ademas suele ser la correcta.

Me alegro que el sueño reparador le hiciera madurar sus ideas y ver un nuevo dia desde otra perspectiva.

Un besote.

Anónimo dijo...

Ufff cuantas veces la noche después de una fiesta, termina asi...

Lo importante es reponerse, y aprender.

Besitos!!!

Pilar Abalorios dijo...

Los problemas descansados, son siempre menos problemas.

Me gustó como lo contabas.

Un beso

Mar Nadal dijo...

hola me encanta tu blog, es genial! ¿nos seguimos? un beso linda, muy buena vida!