sábado, 4 de junio de 2011

La eterna utopía


En la esquina de la desesperación que da a la calle del olvido, se encuentra la protagonista para cruzar el callejón que va a salir a la avenida esperanza. Dicha avenida tiene un sol enorme que se puede ver en su punto más álgido del día.

La calle desesperación es larga y su esquina dolorosa pues se arma de rosales de preciosas rosas rojas, con sus espinas se tornan negras cuando va pasando la temporada, para hacer daño a las amantes despechadas. Esas amantes tienen que cruzar las calles más peligrosas, tienen que armarse con las flores del coraje y la pasión para con ellas poder cruzar sin mirar atrás puesto que antes de la desesperación estaba la urbanización del dolor.
El dolor como han dicho muchos sabios es subjetivo, si cambias la palabra dolor por otra seguramente te traerá sensaciones nuevas pero en esta ciudad llamada Amor el dolor tiene su propia morada.

El olvido es una calle dichosa puesto que no admite a todas las personas que quieren entrar, el olvido tiene una puerta en la que las fieles deben aportar su granito de arena con las flores de la sangre, deberán cortarse y que caiga un hilo rojo y espeso de sus dedos y mirad que no son muchas las que se atreven.

Extra¡¡ Extra¡¡  La portada del periódico de las caídas tiene este titular:  Valiente se hace con la avenida de la esperanza para cruzar y llegar a olvido, viene de otro país diferente, viene de un país en el que nunca se ponía el sol, no había esperanza porque todo era alegría.
Valiente quiere tener coraje y no entiende porque deben hacer sacrificios con las rosas, puesto que valiente ha derramado mucha sangre en su andadura. Valiente al igual que su nombre esconde lo que todos piensan, sentimientos de dolor. Al pasar por su urbanización, éste querrá atraerle, querrá poseerle como quiere poseer a todos los que pasan por ahí. Las almas en pena que se escuchan inundan todas las calles, rotondas, esquinas, callejones, avenidas de esta ciudad.

Las viudas saben lo que es sufrir el dolor de la rosa, las viudas son expertas en pasar por la morada del dolor, por la esquina de la desesperación, saben lo que es cruzar el callejón pero no han logrado todavía llegar a la plaza de la esperanza donde el sol se ve en su punto más álgido.

Valiente mira a las rosas e intenta coger una, pero no puede, no se daña porque su corazón es tan puro que no conoce lo que es el dolor real. Otros muchos sabios dicen que el dolor real es el del corazón, todos los sabios fueron unos temerarios y unos adelantados para su época. Valiente da media vuelta y se vuelve a casa, no conocerá la plaza de la esperanza con la que tanto había soñado, pasea de vuelta con la mirada caída hacia el suelo y cuando se da cuenta ve que todos los adoquines tienen imágenes de amantes besándose.
Oh Dios, por eso por lo que no puedo conocer la esperanza porque no sé lo que es el amor. No quiero saberlo, aunque atravesarlo y pasar por el sea lo que debo hacer para conocer la esperanza...

Otra noche que se torna, las ventanas se cierran y los bares abren, los niños cierran los ojos y sus padres los abren, otra noche se torna en esta ciudad que solo tiene almas en pena...

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