domingo, 16 de mayo de 2010

Un hombre con historia

El hombre que habla poco, siente mucho.

Tan real es esta afirmación como la vida misma.
Conozco a un hombre que a sus 25 años ha pasado por muchísimas experiencias dignas de contar. Muchas personas queridas que ha perdido, muchas metas en la vida que se ha fijado y no ha cumplido. Muchas circunstancias que le han llevado a situarse en el lugar que se encuentra hoy. Esta persona tiene mucho que contar, mucho por lo que escribir y ojalá pudiera hacerlo, pero le faltan los medios para expresarse.

Con sólo 5 años comenzó a criarse con su abuelo. Compartió días de enseñanza de riñas y de diversión con su abuelo. Su abuelo lo era todo para él, le daba cariño, un cariño paternal que le faltaba debido a los continuos y duraderos trabajos que su padre y madre tenían. Lo conocí y hablé con él e intimé con él.

Es un hombre que sabe mucho de la vida que ha recorrido mucho en muy poco tiempo y que se ha visto obligado a madurar sin quererlo. Su abuelo cazaba, le encantaba ir de caza, tenía perdices y escopetas, eso hacía que su nieto se entusiasmara por pasar tiempo con él aprendiendo cosas sobre la caza, los animales, las armas, dar un puesto. Un puesto de cacería, cuando alguien dice que va a dar un puesto de cacería se refiere a estar horas sentado, habiendo puesto una perdiz en una jaula para que ésta cante y atraiga a otras perdices, y esperando para poder matar a las otras perdices que vienen a reclamar su territorio y a echar al macho intruso de allí. El puesto se hace con una lona de camuflaje, te sientas y esperas horas hasta que se de la situación comentada anteriormente. Pues bien, él se iba a las montañas con su abuelo, se quedaban sentado horas y horas compartiendo momentos que le encantaban.

Su abuelo fumaba y se puso bastante enfermo, estuvo sus últimos días en el hospital. Su abuelo le dijo unas palabras que tuvieron cabida en su vida entonces y le siguen pesando a pesar de no tener culpa de nada. Cuando el fue a visitarlo con la mujer que estaba saliendo su abuelo lo miró a los ojos y le dijo que se quedara allí que no se fuera, pero él no se podía quedar, no podía, le pesaba demasiado estar así y ahí viendo cómo la persona que más quería por encima de cualquier otra pasaba por esa situación. Guardaba la compostura, sabía estar ahí pero no se sentía capaz de expresar todo lo que sentía.
Su abuelo murió al par de días y esto íntimamente lo guarda, cada día de su vida se acuerda. Por esto y por muchas otras situaciones merece tener a alguien que lo ame, que lo respete y merece ser idolatrado. Dejó a un lado la caza desde la muerte de su abuelo porque realmente no se veía capaz de coger una escopeta y ver que su abuelo no estaría ahí para él.

Hace unos meses volvió a cazar, se lanzó, se sacó las licencias de caza. Le pidió a su abuela que le diera el puesto de camuflaje de su abuelo y esto me chocó porque fui con él a cogerla y me dijo que el simple olor de la tela le recordaba a él. La llevó a arreglar porque necesitaba algunos remates y no quiso bajo ningún concepto que quitarán los rotos producidos por quemaduras de cigarros. Vi una lágrima caer por su mejilla, vi cómo tocaba la tela y vi cómo la olía sin parar. Me llegó al corazón porque sin decir una palabra vi cómo sentía tanto en tan pocos minutos y con algo que para mi era tan insignificante.

Esto me hace pensar que éste hombre, por supuesto no puedo generalizar porque no tengo los medios, es increíble, visceral y guarda en su cabeza todo lo que vive tanto sentimientos como experiencias y actos.

De él todavía me queda mucho por aprender. Me identifico con las personas que analizan los comportamientos, las actitudes de los demás, de las personas que me rodean y realmente nunca pude ni tuve el valor de entrar en su corazón. Su cara es un libro abierto, sus gestos y lo más importante su mirada.

No estoy acostumbrada a grandes ni a pequeños gestos. Cuando una persona tiene dudas sobre otra y a veces se plantea romper la amistad, o romper la relación sea del tipo que sea siempre la persona en cuestión a la que vamos a dar la mala noticia nos sorprende con algo genial y estupendo que por un momento nos eleva a un lugar de placer y lujuria que es alcanzable en pocas situaciones.
¿Qué hacer? Cuando todos tus argumentos se desmoronan en un segundo, cuando un hombre con solo mirarte hace que tu mundo arda, que tu corazón arda aunque unos segundos antes estaba congelado y tenias la expectativa de gritarle. Cuando te das cuenta que un hombre, que éste hombre es tan visceral se te ponen los pelos de punta.
Destruye todas tus expectativas te quedas en blanco y creerme es una mágica sensación porque tu amor incrementa y deseas siempre saber más y conocer más.

Por tanto, ¿qué aprendí hoy?

Que todas las personas son únicas y complejas como ellas mismas y que siempre un hombre que habla poco siente mucho. Y cuando crees que algo está acabado surgen los milagros. Y esto lleva a otra pregunta existencial ¿Cuándo es demasiado tarde? A esta pregunta otro día os daré mi opinión.

Por cierto, este hombre es Alberto.

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