miércoles, 13 de octubre de 2010

Frozen


Una tentación que ponía fin a todo el calor que estaba pasando en esos momentos. Una tentación que está prohibida. Una tentación que a día de hoy solo me evoca placer. 

Se reunieron la sensación del frío cuando te calan las muelas, la sensación de calor cuando te comes un brownie, esa mezcla del frío y el calor que no para hasta que no denota en un espasmo con escalofrío reconfortante. 

Es peligroso me dijeron, no tan rápido me dijeron. Disfruta me dijeron y sin saber cómo ni porqué me encontré devorando ese placer tan súbito y tan especial. 
Es como el frío de una mañana de invierno después de salir de la calentita cama. 

Sensaciones que abundan, que son comunes pero especiales por su vulgaridad, sensaciones que te corroen todo el cuerpo, te atrapan en un laberinto enorme y sin salida, sensaciones que nos dejan atrás todos los malos pensamientos que una vez puede que tuviéramos. Sensaciones que se pusieron de acuerdo para demostrar que era verdad, que la felicidad del pequeño placer es más grande que si te toca una lotería y no estoy loca. Cuando el placer es pequeño se disfruta más y es tan cierto y tan real como la vida misma. 

Todos me dicen que estoy loca, que no es verdad, que no puedo comparar y yo les digo que mientras son ignorantes de la vida, soy sabedora del pequeño placer. 
Soy sabedora de la textura, del color, del contorno y de la sensación que produce. 

Me incitaba a muchas cosas, me decía una y otra vez que soy una persona en un lugar privilegiado por disfrutar tanto con tan poco y es así. Me alegro que a veces lo reconozcan porque es cierto que soy conocedora de pequeños y maravillosos placeres. Personas normales como yo no son capaces de darse cuenta de los pequeños milagros de la naturaleza. 

Sacar la forma positiva de disfrutar de aquel pequeño placer es reconfortante y te sientes como un niño pequeño.
Tierno, frío, dulce, blando, empalagoso, suave y caliente después. Da un placer enorme comerlo. 

No penséis mal porque hablo de la sensación que uno tiene cuando se come un helado de chocolate en una tarde de 35º de Julio o Agosto. Y todos los sentimientos que se pueden llegar a producir con objetos parecidos o cosas parecidas que evocan placeres eternos. Mientras dura esa sensación es realmente maravilloso y cuando termina te quedas con un buen gusto en el cuerpo. 

1 comentario:

Pilar Abalorios dijo...

Disfrutar lo sencillo, valorar lo accesible, demasiadas veces desdeñamos lo que tenemos.

Una entrada muy lograda.