lunes, 11 de octubre de 2010

Solo es un porqué.



Tic-tac hace el reloj, me deja con las palabras en la boca para salir apresurado de la estación.

No quiero escuchar más un sonido de ese maldito reloj que no para de moverse, me persigue, odio que lo haga pero debo vivir con ello y no puedo parar de correr, no puedo parar de huir de ese maldito reloj que me pide a gritos que le de una respuesta y no puedo.

La sensación es la misma que cuando te vas a tirar de un puente o a vas a saltar a un río. Quieres hacerlo, miras y te das la vuelta, no puedes pero quieres, debes hacerlo pero no puedes y algo superior a tus deseos, superior a tus pensamientos es lo que hace que te gires y no logres saltar ni arriesgarte a hacer algo que sabes que saldrá bien, que sabes que no te pasará nada pero no lo haces. Hay gente esperando abajo, hay gente que nunca pondrían tu vida en peligro y no es suficiente para que saltes, no es suficiente para que asumas riesgos a veces inexistentes. Te quedas encerrado en la habitación escuchando ese maldito reloj de bolsillo de estilo antiguo del que solo notas el tic-tac constante, ese tic-tac tan sabio que es incapaz de darte la respuesta. Ese tic-tac que te presiona, te estira e intenta desestabilizar todas tus creencias pero a la misma vez te grita para que la decisión será la correcta. Sabes que el mundo está ahí fuera, que es arriesgado, visible, constante, caótico y no eres capaz de tomar la decisión de vivir el mundo como es.

Sabes que no hay un vacío, que hay una red que seguramente te sostendrá y te protegerá por siempre jamás pero igualmente no te atreves a saltar, no puedes y no sabes porqué, no tomas la decisión y no sabes porqué.  Esas decisiones a veces llevan algo oculto dentro de las personas que nos obligan a anteponer ciertas creencias que lo mismo ni son verdaderas a los impulsos.

Ese tic-tac que no para de recordarte, que es una cuenta atrás de la que no sabes qué pensar. No sabes lo que eres capaz de hacer por algo, no sabes que el reloj indica algo nuevo y aun así no te fías. Tienes el pájaro en la mano y no te lo terminas de creer, tienes la seguridad y no terminas de decidir si escogerla o no.

¿Porqué esa sensación? ¿Porqué preferimos ser agentes pasivos que activos, porqué pensamos en el simple hecho de no saltar por un puente cuando sabes que todo va salir bien, el simple hecho de saltar a una río profundo, desde una piedra no te supone lo suficiente para saltar. Te das media vuelta y te lo piensas?

Creo que no sé el porqué. Creo que aunque sepamos que hay redes, que no nos haremos daño, que es todo seguro a un porcentaje muy alto la simple seguridad de la pasividad, de las cosas ciertas, de los hechos contantes y sonantes nos aportan y nos suponen una seguridad que es cómoda. Por eso siempre pienso a que veces si nos propusieran un domingo dos planes, uno atrevido pero seguro y otro aburrido pero seguro también no sé que porcentaje elegiría el plan atrevido.

Es como una fuerza superior que a veces no te deja hacer cosas, que te quitan las ganas de todo, que da explicaciones que no tiene sentido ni palabras consecuentes y luego cuando te arrepientes o te mueres por coger ese tren que dejaste pasar una vez ya es tarde, ya no se puede volver el tiempo hacia atrás.

Solo te queda pensar en los ysis... 


4 comentarios:

palabras dulces ♥ dijo...

Me encanta.
"No quiero escuchar más un sonido de ese maldito reloj que no para de moverse, me persigue, odio que lo haga pero debo vivir con ello"
Adoro esa parte ^^

Mandarina López dijo...

Somos demasiado cobardes como para hacerle frente al tiempo, y saber aprovecharlo. Sabemos que el siempre nos llevará ventaja, lo asumimos y no hacemos nada. Bueno sí, nos amargamos...
Me ha encantado la reflexión ;)
Saludos!

Silvia☺ dijo...

Uno siempre que pierde una oportunidad se pregunta esos y sis... Lindo me haencantado!!
Un besin!

Pilar Abalorios dijo...

No siempre estamos en condiciones de afrontarlo todo, de decidirlo todo, de arriesgarlo todo. Pero de repente un día el tic tac se acomoda al latido de tu corazón y redescubres que tú eres dueña de tu tiempo.