viernes, 6 de agosto de 2010

Mi ciudad.



Sentada en la terraza con unos crocs azules y un pijama rojo de snoopy me encuentro a las 2:08 de la mañana pensando que la noche me envuelve, me atrapa con sus garras para que no me escape a ningún lado. Sin sueño maquino como entretenerme y poder disfrutar de la noche algo fresca y oscura. Alrededor de unas 10 farolas alumbran la calle, algunas están parpadeando ya que ofrecen sus últimos momentos de vida. Los coches aparcados son como lineas perfectamente colocadas, los árboles apenas se mueven pero dan algo de vida a la calle tan insulsa que era hace unos años cuando apenas había vida en ella.

Me dejo llevar al mundo de los pensamientos mirando a la calle por el balcón donde veo poca gente pasar, coches que pasan de vez en cuando y unos muchachos que vienen alterados pegando patadas a todas las cosas que encuentran.

La noche, aquella que posee millones de historias diferentes. En algún lugar a esta hora hay gente trabajando, en otros lugares a estas horas hay gente bailando, fumando, bebiendo, follando, hay gente por todos lados haciendo mil cosas y yo me pregunto sentada en una silla de jardín con el portátil en una mesa que acompaña a la silla si lo que yo veo es lo que la ciudad esconde.

¿Qué esconde mi ciudad en la noche? Seguro que muchas cosas porque es lo que tiene vivir en una ciudad costera, bastante ambientada por turistas dónde hay fiestas de lunes a domingo sin descanso. Ciudad sin ley, la llaman algunos. Ciudad sin restricciones la llaman otros y ciudad de lujo la llaman los más adinerados. Me encontré con un chico una noche de botellón y me dijo que porqué tenía mala cara que esto era una ciudad para disfrutar, para divertirse y para ligar.

Repleta de hoteles, de calles, de personas, se encuentra ahora al 100% y yo me encuentro en mi casa, en la casa de siempre, en el barrio de siempre, con las personas de siempre, con la mesa y la silla de siempre. No cambia mi rutina, alternar hasta las 3 de la mañana si me entretengo mirando cosas por internet, chateando con amigos, mirando fotos y vídeos.

Cuando quiero mirar a la montaña miro hacia la izquierda y cuando quiero ver el mar miro hacia la derecha. Lo tiene todo, pero si miro al cielo no veo estrellas, a veces no veo la luna y otras simplemente me la imagino. La contaminación hace que me pierda lo que de verdad es importante, el cielo estrellado, la magnitud del cielo que nos salvaguarda todas las noches.

Mi ciudad de noche está bastante iluminada, no tiene orden ni ley pero es mi ciudad.
Cuando vuelvo de dar un paseo, después de alternar con mis amigos, donde terminamos en las rocas de siempre hablando de lo mismo siempre. Me conozco las mejores y las peores calles, me conozco las mejores y las peores personas, los mejores y los peores barrios, pero no digo que esta ciudad sea mala ni mucho menos, simplemente digo que mi ciudad esconde mucho más de lo que las personas quieren ver. O de lo que la publicidad enmascara.

Mi ciudad, la que guarda tantos secretos, la que une a tantas personas y separa a otras tantas. Mi ciudad, en la que cuando apagan las luces no es más que un conjunto de circunstancias y de personas, que siguen sus caminos. Mi ciudad, la que tantas cosas me enseñó, la que tantas cosas me dio y otras me quitó.

Me hallo en mi sitio, sentada en mi terraza con un colegio a la izquierda y si miro hacia debajo encuentro una piscina. Es mi lugar, me siento en mi ciudad, en mis calles, en mi vida.

2 comentarios:

Pilar dijo...

Hermosa vista, preciosa noche. Me gusta imaginarte en esa terraza, un poco en la calle pero en casa. Transmite vida, pero también calma.
Un beso,

Edmundo Dantés dijo...

Malaga... nunca olvidaré el sitio desde el que has hecho la foto, era muy pequeño y me pareció una montaña enorme y un parque gigantesco al mismo tiempo.