lunes, 9 de agosto de 2010

Una noche para el recuerdo



Un martes salí de fiesta y os pensaréis un martes a lo que os preguntaréis qué fiestas hay los martes. Pues sí en la costa todos los días son de fiesta, en verano más y cada día tiene una fiesta especial. Además una fiesta que estaba llena, repleta de gente.

Me lo pasé genial, me sentí pletórica y me encantó bailar. Bailaba y bailaba sobre la tarima o sola o con mis amigas. Me había dispuesto a disfrutar sin pensar en el resto de las cosas que rodean mi vida amorosa, familiar o de amigos. Simplemente pensando en lo bien que me sentía. Bailé y conocí a muchos chicos guapos. Suelo salir por sitios de ambiente homosexual todos los viernes y sábados. En los sitios de ambiente si te pones en una tarima da igual lo extravagante que bailes o lo provocativo que bailes que no te van a mirar porque eres una chica. Total que me imaginé estar en el mismo sitio y bailé de formas muy bonitas y provocadoras. No me di cuenta de dónde estaba. Cada vez que me bajaba de la tarima venía a hablarme los chicos, muy monos y otros no tan monos pero yo solo quería bailar y sentirme bien.

Conocí a un grupo de chicos, bueno a un chico que me cayó genial. El chico era bajito y rechoncho para que voy a decir otra cosa porque sería mentir o maquillar la realidad y este chico me decía cada vez que me veía por la discoteca que lo tenía abandonado y yo le decía que no y bailaba algo con el. El muchacho era simpático y vino con un grupo de 6 chicos más bastante alocados y monos. A mis amigas les pregunté que cuál era más guapo y me dijeron que el de la camiseta amarilla era el más guapo de todos. No me daba cuenta y tampoco me importaba porque yo solo bailaba sin parar.

Para mi el baile es un poco como una forma de desahogarse porque realmente relaja y libera toda la tensión que llevas. Depende de la música que suene te comportas de una manera o de otra.

Salimos de la discoteca a las 5 porque realmente había un hombre que no me dejaba en paz. Y me decía incluso que si era pesado y yo le decía que si pero aún así me rondaba por todos lados.
Llegamos al coche y cuando entré en el me dio un mareo por lo que decidimos quedarnos un rato más en el coche. Cuando decidimos salir del aparcamiento me encuentro con mi amigo el chico gordo y le pité a lo que mi amiga bajó la ventanilla y éste dijo lo mismo de toda la noche que lo tenía abandonado y le dije pero si ya nos vamos... Su amigo el chico que estaba más bueno que todo estaba con él y cuando me vio dijo "ostias! la bailarina!!" y se vino a mi ventanilla del coche y me metió boca... Me encantó. Lo disfruté muchísimo... le dí mi número y si me llama pues mira pero si no me llama pues tampoco lo pasaré mal.

Ahora solo deseo que me llame aunque lo mismo mañana he cambiado de opinión.

Por esta situacion me encontré en un debate permanente con la moralidad de mi interior, con mi yo que pelea con mi superyó para que lo cuente o no lo cuente, para que lo disfrute o no lo disfrute. Simplemente me dejé llevar en una noche de locuras y bastantes sorpresas. En una noche que realmente lo pasé genial. No tenía ganas de hacer otra cosa que no fuera bailar. Todos los hombres me miraban y me sentía bien, me gustaba la situación por una vez me sentí deseada por otros hombres que ya estaba un poco harta de sitios de ambiente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que divertido! jaja me recuerda a cuando yo salía al sur con 19 años.
Tu pásatelo bieeen y disfruta :)
Besitos!!!

Mo dijo...

Mujer, dejate de moralidades!! déjate llevar y que te quiten lo bailao (nunca mejor dicho, jiji)

Besossssssssssssssssss