¿Pasión o fidelidad? ¿Bueno o malo? ¿Amante o marido?

Estas sentada en un bar con 10 personas a tu alrededor, cuando algo pasa, algo te hace pensar que esa reunión de amigos te lleva a más, te eleva a cosas en las que no estás pensando.

Estar sentada con tu pareja, la supuesta persona que te hace sentir feliz, llena, completa, alegre, pasional, caprichosa, como una niña y de repente aparece una persona que te hace sentir deseo, lujuria, desenfreno, desesperación, calor. Se sienta en frente de ti y lo miras con miedo por si alguien se da cuenta que tus pensamientos se parecen más a los de una película X que a los de una película romántica.

¿Porqué la película romántica la podemos hacer con la pareja estable, con la persona que nos proporciona cariño, amor, comprensión, seguridad y luego la película X la podemos protagonizar con la persona que solo nos produce calor, sensualidad, lujuria, desenfreno, sexualidad?

El chico malo para un polvo y el chico bueno para una relación. ¿Existe la excepción?

Pienso que no, pienso que el mero hecho de sentirnos acorralados, de sentir que estamos haciendo cosas prohibidas son muy sugerentes en nuestra vida. Nos proporcionan adrenalina, deseo de hacer lo imposible, de cometer locuras...

¿El chico malo cambia?

Ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos. Eso para empezar. Pero obviamente pienso que nadie cambia, que cuando estamos formándonos como personas, como seres con una mente propia, cuando estamos creando nuestros ideales es cuando nos fijamos, pienso que los ideales, la mente y la conciencia son fijas y estables, podemos cambiar de opiniones pero terminar siempre pensando lo mismo o terminar siempre interiormente diciendo lo contrario a lo que exponemos.

La persona que comete sus errores crece, pero no cambia. Aprendemos de los errores y de la experiencia pero no cambiamos, porque esa parte que intentamos cambiar siempre está y estará ahí, por mucho que nos cueste creerlo.

El mentiroso jamás dejará de mentir, el infiel jamás dejará de serlo, el educado jamás perderá las formas, el estudioso jamás dejará de estudiar o aprender, el egocéntrico jamás dejará de serlo.

Podemos ponernos una máscara pero siempre seremos igual cuando nos vayamos a dormir y nos la quitemos por obligación. ¿Estamos dispuestos a vivir con nuestros yo reales?

Yo asumí el riesgo de estar sentada en el bar, teniendo a un lado la seguridad y la confianza y al otro lado teniendo a la desconfianza y a la inseguridad, a un lado el compromiso y al otro la pasión y la inestabilidad. Ese debate durará por mucho tiempo. Porque con el paso del tiempo uno de los dos desistirá de luchar, se cansará y rendirá agotado a lo que el otro dice.

¿Qué valores ganan al final? Pues las personas que son muy inestables emocional y mentalmente suelen tener unos índices más altos de victorias porque la persona que es estable termina perdiendo la cabeza. Siempre es así. La persona estable termina volviéndose completamente loca para sucumbir al lado oscuro por llamarlo así.

Sucumbirá al deseo, a la lujuria, al desenfreno porque como nunca conoció ese lado quiere probarlo. Y la persona que si lo conoció y es inestable puede que recaiga pero lo hará concienciándose del resultado....

¿El amante o el marido? ¿Quién gana al final la batalla, quién se queda al final con el corazón de la bella dama? En cada cuento hay un final distinto...